Un perfecto Donnadie, una nadería. Así me considero. Permítaseme, con el fin de explicar lo anterior, que me ampare en una anacronía analéptica. En mi epitafio, además de un riguroso y simple Hic iacet petrus. Poeta y profesor se añadirá: La vida le dio cartas, pero no supo jugarlas. De momento, entre las dos fechas que limitan una biografía, solo tengo la primera: Zamora, 1955.